Los pescadores reclaman mayor control de los mínimos ecológicos

Entre los problemas estivales que padecen los ríos leoneses destacan los referentes a sus caudales, que se ven alterados por causas de diversa índole y sin el control riguroso que precisan. Por un lado están los ríos en régimen natural, que además del estiaje propio de la época, en muchos casos deben soportar el mal uso que se hace del escaso caudal circulante, con apresamientos clandestinos para el riego de fincas, que dejan el río fuera de los mínimos ecológicos y provocan casos de mortandado aislamientos de poblaciones que propician un excesivo estrés de los peces y acciones furtivas que llegan a diezmar las poblaciones trucheras. Por otra parte se encuentran los ríos regulados por embalses, que aunque no padecen la problemática anterior, se ven afectados por las desmesuradas sueltas de agua y las variaciones repentinas de caudal que se suelen producirse, lo cual, además del perjuicio que supone para los aficionados a la pesca, se manifiesta negativamente en los efectos derivados de la inversión de caudales que afectan a la dinámica de los peces a lo largo del año, con graves perjuicios para las poblaciones piscícolas como ha sucedido en el Esla, que pasó de estar a la cabeza de los ríos provinciales a un estado de declive total, del que no acaba de salir pese a los grandes esfuerzos que está haciendo la Consejería de Medio Ambiente para recuperarlo.

La problemática del agua compete a los Organismos de Cuenca (Confederación Hidrográfica del Duero y del Norte) de la administración central y a la Consejería de Agricultura y Ganadería (en cuanto a la política agraria) de la administración autonómica, que suelen escuchar pasivamente como desde los colectivos relacionados con la pesca se demanda constantemente un mayor rigor en la aplicación de la normativa y la implantación de medidas que garanticen un buen uso del agua.